sábado, 15 de diciembre de 2012

Leyes de la robótica y leyes de la inteligencia humana


Muy probablemente al que le interesó el título de este post, conozca las Leyes de la robótica de Asimov. Para el que no, aquí van:

En ciencia ficción, las tres leyes de la robótica son un conjunto de normas escritas por Isaac Asimov, para la mayoría de los robots de sus novelas. En ese universo, las leyes son formulaciones matemáticas impresas en los senderos positrónicos del cerebro de los robots (líneas de código del programa de funcionamiento del robot guardadas en la ROM del mismo). Aparecidas por primera vez en el relato Runaround (1942), establecen lo siguiente:
  1. Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
  1. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la Primera Ley.
  1. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.
Esta redacción de las leyes es la forma convencional en la que los humanos de las historias las enuncian; su forma real sería la de una serie de instrucciones equivalentes y mucho más complejas en el cerebro del robot. Asimov atribuye las tres Leyes a John W. Campbell, que las habría redactado durante una conversación sostenida en 1940. Sin embargo, Campbell sostiene que Asimov ya las tenía pensadas, y que simplemente las expresaron entre los dos de una manera más formal.

Ahora bien ¿podría existir algo similar, pero pensando en la inteligencia humana? Es muy difícil, complejo y para el que lo piense bien tal vez inalcanzable. Porque el razonamiento humano y la estructura en red del pensamiento humano hacen que no sea posible polarizar, o poner en blanco y negro -ni siquiera en escala de grises- esta discusión. Porque como dice Siemens el conocimiento declarativo, por ejemplo una fórmula matemática es diferente del
conocimiento procedimental, como las habilidades para mantenerse actualizado en un mundo en que el conocimiento cambia continuamente; y la lista podría hacerse extensa con cada una de las inteligencias que identificó Gardner, las que se comenzaron a proponer luego como la inteligencia digital, y tantas otras que tal vez lleguemos a conocer. Entonces, siguiendo a Siemens, mirar a través de escalas monocromáticas es un error si queremos abarcar toda la extensión del conocimiento; y las personas debemos de alguna manera convertirnos en especialistas en reconocer continuos y contextos. Luego, si miramos la inteligencia como proceso y nos aventuramos en formular leyes (y pocas!) será como intentar atrapar el mar con una cuchara.

No obstante. Persisto en la pregunta ¿podrían formularse reglas básicas, supongamos 3 como genialmente imaginaron Asimov y Campbell, pero para nosotros mismos?

Hace unos días encontré un libro que me disparó esa pregunta con una propuesta de formulación, partiendo de la base de que  La especie humana ha sobrevivido...
... porque, no estando programada para resolver automáticamente los desafíos de la existencia, como las abejas o las hormigas, ha tenido que desarrollar esa capacidad, a la que genéricamente convenimos en llamar inteligencia, y que consiste básicamente en:
A) Aprender de lo pasado. 
B) Anticipar los posibles futuros. 
C) Diseñar los comportamientos adecuados para cada caso, teniendo en cuenta los efectos de A) y B).
Inmediatamente el autor aclara: "Si los hombres fuéramos máquinas esté proceso sería relativamente simple (...) Sin embargo, como diría J. Baudrillard, "las máquinas podrán reemplazar en todo al hombre, menos en disfrutar de lo que hacen" (y en padecerlo), agregaría yo" (Rolando Matiñá. Cuidar y educar. Guía para padres y docentes. Ed. Bonum, 2007. Pág. 66)

La pregunta sobre las reglas básicas no tiene respuesta, porque evidentemente el A, B y C de Matiñá no resiste un análisis -supongamos- conectivista, pero me pareció interesante la síntesis. Y todo lo que podría aportar si, por ejemplo, jugando a la ciencia ficción, jugando a ser Asimov, nos preguntáramos reduciendo el ámbito de acción de la inteligencia humana: ¿cuáles serían hoy las tres leyes con las que los hombres deberíamos funcionar para aprender? ¿Cuáles serían las leyes para enseñar? ¿Cuáles serían las leyes para ser más solidario? ¿cuáles para comunicarnos? ¿Imposible? No. ¿Desafiante? Sí.

Foto: Flick CC