miércoles, 12 de julio de 2006

“Hoy las escuelas tienen que lidiar con muchos cambios”


Así lo plantea el autor Andy Hargraves, quien hace más de diez años escribe sobre temáticas referidas a las reformas en la educación, y advierte sobre las causas de los fracasos anteriores

Andy Hargreaves propone que para replantear el cambio educativo, desde un enfoque innovador, es necesario tener en cuenta las experiencias de las últimas décadas.
El autor es compilador del libro Replantear el Cambio Educativo. Un Enfoque Renovador, editado por Amorrortu en 2003.
Desde hace más de diez años Hargraves fomenta el cambio centrado en la escuela y advierte que los tropiezos o fracasos del cambio educativo tienen como raíz, ciertas características que detalla en la introducción al libro citado. Sus ejemplos poseen actualidad, sugieren y propician la reflexión.

Razones
Dice Hargraves que el primer paso hacia el fracaso en el cambio educativo, se basa en la mala conceptualización sobre la razón del mismo. El por qué, el para qué no están claros.
Eso ocurre cuando no resulta evidente quién se beneficiará ni cómo, o no se explica qué efecto tendrá el cambio para los alumnos, docentes y padres.

Extensión
El segundo punto esencial en la construcción del fracaso, se da cuando el cambio es tan amplio y ambicioso que los docentes se ven obligados a trabajar en demasiados frentes.
Así también afirma que dicha reforma puede ser tan limitada y específica que los verdaderos cambios –si los hay– son muy escasos.

Tiempos
Cuando el cambio es demasiado rápido para que las personas puedan manejarlo, dice Hargraves que se encuentra el tercer escollo para con el éxito.
O bien puede darse lo contrario, el cambio “es tan lento que se impacientan o se aburren y deciden ocuparse de otra cosa”, afirma Hargraves.

Recursos y compromisos
El cuarto paso hacia el fracaso, se da cuando los recursos para llevar adelante el cambio son escasos o se agotan una vez pasado el primer impulso innovador. “No hay suficiente dinero para adquirir materiales ni tiempo para que los docentes planifiquen”. Muchas veces el cambio recae sobre las espaldas de los docentes, quienes no pueden sostenerlo mucho tiempo si no tienen una ayuda adicional.
El quinto punto se refiere a la falta de compromiso a largo plazo con el cambio, que ayude a las personas a superar la ansiedad, la frustración y el desaliento lógico de las primeras experiencias.
En séptimo lugar, advierte Hargraves, que en el fracaso no hay compromiso de los miembros clave del personal. O por el contrario, su intervención es excesiva, como una elite administrativa o innovadora de la que otros docentes se sienten excluidos. Ambos casos, son generadores de resistencia. El otro punto esencial en el fracaso se da cuando los profesionales colaboran con tanto entusiasmo entre sí que hacen participar poco o demasiado tarde a la comunidad, perdiendo así una forma vital de apoyo de la que depende el éxito del cambio de la escuela.

Control y sistematicidad
Los últimos dos puntos referidos a las experiencias de fracasos en el cambio se refieren, en el primer caso, a “dirigentes demasiado controladores o ineficaces”, y en el segundo a la búsqueda en forma aislada del cambio. En este último caso, la transformación se ve entorpecida por otras estructuras que permanecen intactas y que se yuxtaponen o entremezclan.
A la inversa, el cambio puede carecer de una buena coordinación y de esta manera quedar sumergido en una marejada de cambios paralelos que dificultan a los docentes centrar sus esfuerzos en sus verdaderas tareas importantes: las del aula.

En Diario UNO de Santa Fe, domingo 4 de junio de 2006