jueves, 18 de agosto de 2005

El 47,5% de los docentes no quiere dar clases

Reflexiones en el complejo camino de la cifra a la valoración
El pasado 10 de julio se publicó en prensa nacional y en múltiples artículos digitales a nivel mundial, una cifra extraída de una prestigiosa investigación: El 47,5% de los docentes, no quiere dar clases. Punto y seguido. Lluvia de comentarios, críticas, apuntes, circulares, observaciones, aclaraciones y publicaciones varias. En esta breve nota intento plasmar algunas reflexiones de las que mantenemos en nuestro constante contacto con diferentes actores del sistema, reflexiones... en el complejo camino que va de la cifra a la valoración, como una segunda mirada desde la realidad y sobre los números. ¿Ud. dentro de qué porcentaje está? ¿Dentro de la mitad que quiere, o de la que no quiere seguir dando clases?


Sobre la información publicada

La investigación que referimos se publicó en: La condición docente. Datos para el análisis comparado: Argentina, Brasil, Perú y Uruguay, de Emilio Tenti Fanfani, y fue presentado en mayo en la 31ª Feria del libro. Pero este no es el tema que nos ocupa, no analizamos la investigación, sino la “noticia” que origina, porque la masividad de los Diarios y las publicaciones en la Red, supera el alcance de los libros. Y porque considero axiomático que una cifra en soledad puede prestarse a deducciones simplistas, cuando en realidad el objeto de análisis no es simple sino complejo, y es lógico que este “objeto” reclame una búsqueda de respuestas más acorde a sí mismo.
Nos mueve a documentar esta reflexión un serio debate sobre las implicancias, el impacto y el alcance de los medios que no hacen un análisis completo (complejo) de algunos datos y debido a su velocidad y alto grado de aceptación masiva, dejan “titulares” sellados en la memoria de la sociedad..., porcentajes, cifras, que bien podrían pasar a formar parte de (o alimentar) representaciones sociales sobre una profesión, un rol, una condición.

Creo que un análisis sobre cualquier aspecto de la cuestión docente que acepte como categoría la “complejidad”, es loable en tanto soportaría posibles embates de una observación rigurosa en la valoración de la realidad que se haga, porque la multiplicidad de variables que se suponen en un hecho social, no son posibles de contener en amplitud en una cifra, y mucho menos en interpretaciones simples que de ella sola se deduzcan. ¿No es acaso imposible interpretar a partir de una sola cifra, un hecho social complejo como una huelga, o un paro por ejemplo? ¿Sirve de algo decir simplemente: “El 99,99% de los docentes está a favor de los paros? ¿Son “buenas” las deducciones que el lector haga a partir de ese solo dato?

Leer en la tapa de un diario local “Casi la mitad de los docentes no quiere dar clases”, nos remite indefectiblemente a pensar fuertemente en la realidad, y fundamentalmente nos hace pensarnos a nosotros mismos inmersos en esa realidad, ... ¿Yo estoy dentro de la mitad que quiere, o de la que no quiere seguir dando clases?

En realidad, entiendo que la división no es tan tajante, pero adhiero a que una segunda mirada sobre la misma información, pero considerando algunas variables más, que hacen a la múltiple conformación y confluencia de signaturas que configuran el entramado de la realidad, podría estar en el camino de análisis que antes mencionamos.

Sobre todo, como un intento de limpiar el cristal a través del cual “miramos" la realidad, y en especial si este cristal es un medio masivo de comunicación, porque es lógico que vemos lo que el medio nos quiere mostrar.


De la cifra a la valoración

Sobre la interpretación de datos, y en este camino que llamamos de la cifra a la valoración, queremos rescatar algunas frases, “detalles”, que en diversas notas el sociólogo autor del libro La Condición Docente, pronunció, pero que obviamente los medios no volvieron a repetir: “Pocos maestros quieren seguir en su puesto actual porque para progresar deben dejar de ser lo que son. La actividad docente ofrece una estructura de cargos muy limitada: maestro, secretario, director, supervisor o preceptor. Es como si un cirujano que aspirara a progresar en lo suyo debiera ponerse a administrar el hospital". Ante esta realidad, auguró para el futuro “una gran frustración” en el sector porque “no hay tantos puestos directivos o de gestión como para satisfacer las expectativas de movilidad laboral de los maestros y profesores”.

Mirar estas cifras y comentarios nuevamente nos obliga a dar continuidad y complemento a los datos que nos proporciona la investigación, pero ahondando en estos conceptos, puntualmente, en este aspecto de la valoración, y en la reflexión sobre ¿Cuáles son las “posibilidades” que el Sistema concibe y propicia para que la voluntad del docente se oriente a objetivos de auto-superación, de mejora y evolución en sentido profesional, dentro de las tareas que está realizando?

La segunda mirada que proponemos, tiene que ver con una reflexión orientada a la observación de la cifra con una apertura diferente, positiva. Porque pudimos percibir la repercusión en diferentes actores; docentes, padres, directivos, supervisores, alumnos... y la reacción oscila entre la adhesión irreflexiva y la crítica acérrima en un amplio campo de disquisiciones.

Dentro de las reflexiones que quiero destacar, encuentro las que tiene que ver con que, para muchos, el presentar estos datos de esa forma, habla a las claras de una cruel desestimación del gran trabajo que día a día observamos en miles de instituciones.

El desconocimiento de la repercusión negativa que originan y de que forma se alimenta el “malestar docente”, como así también el evidente desconocimiento de la realidad en el que se manejan quienes publican esas noticias, es también palabra escuchada en el ámbito educativo santafesino.

En tanto crítica constructiva adherimos a que son prácticamente nulas las posibilidades que el sistema brinda para la superación (autosuperación) del docente y eso hay que modificarlo. Pero también debemos estimar en el análisis, las múltiples situaciones y presiones sociales que limitan, condicionan y determinan el accionar del docente.

Así también, creo importante destacar la distancia (temporal) entre la cifra como dato, y la interpretación como posibilidad de motor para el cambio. Hablamos de tiempo, y de personas, ... en el tiempo que lleva una investigación para llegar a conclusiones comunicables, (3 tres años para este caso) ... que esas conclusiones se plasmen en decisiones políticas importantes, y que a su vez estas tengan repercusión en las prácticas áulicas... en ese tiempo (que no sabemos bien cuánto será), hay una extraordinaria cantidad de personas que siguen haciendo día a día la educación en nuestras aulas, en nuestras escuelas, en nuestra provincia, en nuestro país...

Por eso, queremos cerrar (o iniciar) esta reflexión con una visión esperanzadora y total ¿más holística? sobre la realidad del docente. Porque es el docente la persona que estuvo y estará ante esa otra persona que es el alumno. Y en nuestro país como todos sabemos, sufrimos múltiples crisis institucionales, pero tenemos cuantiosas riquezas en potencial humano, entonces, para apostar (y aportar) a un futuro mejor, un titular que observe la totalidad (complejidad) y se centre en lo positivo del caso.... diría a un tamaño considerable:

El 52,5% de los docentes, quiere seguir dando clases: Más de la mitad de la docencia, a pesar de todo, está dispuesto a seguir trabajando... - Pero obviamente sabemos que la positividad no vende.

Pablo Bongiovanni